Comentario
Por otra parte, la construcción de nuevos templos y el engrandecimiento de las catedrales españolas motivó el extraordinario auge de algunas actividades artísticas muy vinculadas con la estética gótica como la imaginería, la platería y la confección de ornamentos sagrados. A principios de siglo, estos objetos de carácter litúrgico y devocional respondían a las formas del gótico flamígero, aunque pronto comenzaran a incorporarse en sus diseños algunos motivos ornamentales de los repertorios italo-antiguos. Una de las figuras más sobresalientes de este panorama fue el platero Enrique de Arfe. Su custodia de la catedral de Toledo, que inicia un genero que culminará en la de Sevilla a finales de siglo, se convirtió en un verdadero modelo al utilizar una iconografía compleja como medio de exaltación de las verdades de la Fe, aunque el conjunto se formulara conforme al lenguaje del gótico final.
Otros campos de las artes suntuarias como la vidriera, la rejería o los trabajos en metal alcanzaron por estos años un notable esplendor con la incorporación de los primeros influjos italianos. Si las rejas de Francisco de Salamanca para el Monasterio de Guadalupe o la Cartuja de El Paular pueden considerarse todavía góticas, las obras de Juan Francés -maestro maior de las obras de fierro en España- realizadas en Toledo, Alcalá de Henares y Sigüenza, suponen un paso decisivo a las formas del Renacimiento. Aunque la reja mayor de la Magistral de Alcalá se concibe como un cuerpo principal gótico, su copete y ciertos detalles ornamentales son ya renacentistas, preludiando con sus roleos, máscaras y bujetas las magistrales rejas de Diego de Céspedes y Cristóbal de Andino en Burgos y Toledo, respectivamente. Las referencias que Diego de Sagredo hace de este último en las "Medidas del romano" (1526), primer tratado español sobre las reglas del nuevo arte, avalan la importancia de las artes menores en el siglo XVI hasta el extremo de ser consideradas objeto de discusión en obras teóricas como la indicada.